lunes, 19 de julio de 2010

Bonjour, París



Y esto de París se hizo realidad. Apenas quedaban unas pocas luces en el cielo y el autobús me acercaba a mi destino. Mi casa durante un año. La primera vista de la ciudad fue el Sacré-Coeur, resplandeciendo en lo alto de París. Quizá haya sido la mejor imagen que se me ha mostrado de París hasta ahora.

El primer día fue una especie flash-back continuo en mi cabeza sobre todas las veces que he alabado esta ciudad por encima de todas. Nos dirigimos mi hermano y yo temprano en la mañana hacia la universidad donde estudiaré literatura clásica. Fue uno de los peores momentos de mi vida. La secretaria nos hablaba en francés y mi única defensa era mi hermano pidiendo clemencia sobre mí en inglés. Las últimas palabras de la secretaria fueron: “¿Cuáles son los criterios de selección de su universidad? Usted no puede venir aquí si no habla francés. Es una deshonra para la institución.” Mi hermano y yo pensamos irnos corriendo en mitad de la conversación y dar la estampada. Pero hubiera sido muy sucio.

Tras la humillación nos dirigimos a la Soborna a pedir un curso de francés, y tras recorrernos todos sus pasillos, todos sus siglos de historias, una rígida señora se dignó a darnos un papel informativo sobre las tarifas del curso. Nos dijo que el examen de acceso era esa misma tarde y los cursos rondaban los 1000 euros por mes.

Mientras se me pasaban muchas formas distintas de tirarme por un puente hacia el Sena, nos acercamos a la embajada de España, buscando un poco de consuelo en el idioma conocido. Entramos por la puerta y atravesamos un pequeño jardín exterior. En la puerta un hombre nos recibió con los brazos abiertos para echarnos inmediatamente de ahí, haciéndonos entender que aquello no era una ONG. Me dieron ganas de llorar, pero todo aquello se transformaba en una risa amarga cuando miraba a mi hermano.

Como último escalón de la cadena, entramos a un supermercado cercano de mi apartamento y descubrimos que el precio de todo oscilaba entre el doble y el triple que en España.

Cuando cerré los ojos, a eso de las dos de la noche, amé mi casa como nunca en mi vida, mi pequeña ciudad con sus fallos y mi pequeño país con sus fallos (menos la embajada). Ante todo siempre es mejor reír que llorar.

2 comentarios:

  1. cuando tengas malos momentos,te sientas mal,estes triste etc etc piensa que en todo momento me estoy acordando de ti.

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  2. Estimado Pepe, por casualidad encontre este blog...definitivamente me gusto...un saludo Lauren

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