miércoles, 28 de julio de 2010

La vie en rose





Tal vez no lo sepan, pero cerca del Boulevard Magenta vive una de las personas más extraordinarias que he conocido en mi vida. Trabaja como telefonista en el Instituto Cervantes y su principal vocación es hacerle la vida más fácil a los demás.

Lo que aún no conocía yo en una noche cualquiera, mientras comprobaba el número de los edificios hasta llegar al escogido, era que iba a probar la mejor paella valenciana que he tomado en mi vida.

Nos sentamos cuatro a la mesa, dos valencianas y dos murcianos, como si fuéramos jugadores de cartas. Apenas nos conocíamos los unos a los otros; París nos había llevado una noche como esa a una casa determinada en un punto de la ciudad. Y fue París.

El champán empezó a correr por las copas y las venas, al son de un disco de Edith Piaf con su humo en la garganta y sus noches de vela fundida y otro disco de un negrito americano que clavaba los boleros y los tangos como nadie. La conversación se hacía alegre, saltaban las palabras en español y en catalán, en ocasiones en francés, pero nos entendíamos perfectamente.

Y allí estábamos, extractos de cuatro vidas diferentes, con rumbos distintos y con pasados desiguales, que coincidieron para escuchar el canto francés y como transitaba la noche en una guardilla parisina. Y a un lado de la mesa, ella, hablando de sus mil historias de amor y desamor con la ciudad y con la vida, de sus recuerdos de España cuando era niña, de los treinta y siete años de vida en París, del mar, desde sus ojos se podía ver la Malvarrosa, los ojos de aquella musa del tiempo y de la ciudad que nos había juntado para hacernos saber que todo es posible, que la vida vale más que un ticket de metro, que toda la gramática francesa junta y que la cola para entrar al Louvre, porque esa noche nos sentimos habitantes de un mundo diferente al que se nos ofrecía fuera.

Si alguna vez llaman por casualidad al Instituto Cervantes de París y les atiende al otro lado del teléfono una voz dulce y alegre denle recuerdos de mi parte, y sabed que hace las mejores Paellas de este ciudad y que una cena a su lado vale más que todos los museos parisinos juntos.

3 comentarios:

  1. Eres mi héroe, Peppino!! Cualquiera que se acerque a tí se convierte en especial, sólo por el hecho de estar junto a ti. Te quiero. Mayte.

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  2. Cuando,esta mañana,he llegado a tu facultad cada rincón por donde he pasado me recordaba a ti,en el ambiente se respiraba a ti,toda ella eras tu.Despues he leido tu blog y .....hoy ha sido un dia de emociones contenidas

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  3. Esto hace que me entren mas ganas de hablar contigo y de vivir mil aventuras a tu lado,pero me traquiliza el ver que estas tan bien como esperaba, como dudarlo si cualquier pais es como tu casa. También me he dado cuanta que la envia sana no existe :D Un abrazo enorme

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