jueves, 21 de octubre de 2010

Diccionarios


Mi primo Pepe dice pocas frases pero las que dice son brillantes.

Tras varios años analizando la vida

de mi hermano, que ha pasado por millones de interrogatorios y exámenes de conciencia, él, mi primo, se acercó una mañana de invierno a nosotros, y con su postura doblada, como si fuera a sacar en un partido de tenis, lo dijo claramente “Julio, tu vida es un autobús”

Y otro día, más bien de Primavera, tras unos meses de silencio, como acostumbra a hacernos, se despertó de su madriguera y con su misma pose de tenista soltó para la posteridad “Pepico, tu vida es un diccionario”

Y en una de tantas mañanas parisinas, detrás de los cristales de la gran biblioteca, entre los tomos de Notre Dame de París, de nuestro querido barbudo Victor Hugo y justo al lado de un cartel de preservativos y de sexo seguro, me vi reflejado en el espejo, con tres tomos enteros: Diccionario de Francés-Latín, diccionario de Griego-Francés, Diccionario de Francés-Español, Nueva gramática latina (versión francesa), Nueva gramática griega (versión francesa), Traducción de las Odas de Horacio (Versión francesa), y un bloque de papeles pintarrajeados con la bandera y el escudo de la escuela donde intuyo que mi letra se hace verbo.


Y tras todos los libros, que quemaría en más de una ocasión, pero que sin embargo me han definido durante tantos años, tras todos esos papeles amarillos, he visto el rostro de mi primo, este personaje taciturno que me ha acompañado, sin saberlo, en una mañana de invierno, con la calefacción recordándome la semana rabiosa de manifestaciones, con la simpática muchacha morena que se sienta siempre a mi lado en la sala de estudio y que por lo menos sé que sabe que existo, y con la bibliotecaria de sesenta años (con la cual quiero un café). Y todos juntos han formado un momento tranquilo en mi vida, alejado de París y en un huerto sin frutos comestibles pero con muchos gritos de veraneo, con unas zapatillas de deporte más que usadas y un bigote que se olvidó recortar cuando se disponía a hacer la compra.

Primico mío, tu también, sin intuirlo, has sido París por un momento.

1 comentario:

  1. Es un ser que habita en cada rincón que nosotros vamos descubriendo. No conozco a nadie que con tanto silencio nos hable tanto.

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